16.10.14

I won't see you tonight. Not even tomorrow night.

Llevo más de dos años sin escribir, y eso me encanta. No he vuelto a llenar el móvil de canciones tristes desde que me compré éste último, y eso también me encanta.

Llevo tanto tiempo sin escribir que ni siquiera entiendo por qué lo hago. Simplemente, he sentido la necesidad. Pero no es igual que antes.
Antes escribía cuando sentía que algo faltaba en mi vida, cuando me veía incapaz de superar algún obstáculo. Hoy no es el caso.
Tengo todo lo que necesito, probablemente más. Estoy batiendo cada marca que me propongo, superando mis metas, no necesito nada más en mi vida.
Tengo todo lo que quiero.
Y con eso, viene el miedo a perderlo.

Estoy asomado a un precipicio, a uno de esos a los que antes trataba con confianza. Antes me sentaba en el borde, dejaba los pies colgando sobre el abismo, casi me divertía con él.
Sentía que no tenía nada que perder, aunque lo tuviera.
Ahora, estoy en el mismo precipicio, con la espalda contra la pared, los pies luchando por alejarse lo máximo posible de esa oscura incertidumbre, los nudillos blancos de apretar los puños y los ojos fijos en la negrura que se extiende frente a mi.
Antes, tenía que lidiar con la tristeza, con la rabia, con la soledad. Too easy.
Ahora, no hay nada, solo miedo. Y le tengo pavor al miedo.

Me enfurece tener 21 años y estar haciendo esta mierda. Debería darme una ducha, bajar a tomarme una birra y seguir con mi vida. Y sin embargo, sigo aquí sentado, escuchando bazofia tristona y llorando como un forofo cuando su equipo pierde, como... como qué, qué importa.

Esto no tiene sentido, pero no voy a releer esto, no voy a darle formato, no voy a hacer una puta mierda porque esto es, en efecto, una puta mierda. Nadie lo va a leer, nadie debería leerlo, no debería ni siquiera ser escrito.






Te quiero.

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