Otra oportunidad.
Una de tantas y tantas.
Otra mano más, otro intento de llevarte algo de esta partida que creías perdida tiempo atrás.
Dicen que los buenos jugadores saben levantarse de la mesa a tiempo.
Y estoy a tiempo, claro.
Esto acaba de empezar, por enésima vez.
Por enésima vez puedo cortar esto antes de que esta ramita llegue a ser un árbol.
Por enésima vez puedo alejarme, salir corriendo en dirección contraria.
Por enésima vez tengo la oportunidad de deshacerme de un problema en el que hay mucho que perder y poco que ganar.
Y por enésima vez, no lo haré, seguramente.
Pero esta vez... toca cambiar.
Si, si, toca cambiar, porque ya no eres ese niño pequeño que tenía miedo de dar un paso más. Ya no.
Ahora es el momento de dar ese paso.
Y puede que me la pegue, otra vez, pero no será como las demás.
Si tengo que volver aquí con la cabeza agachada y dos lágrimas surcando mis mejillas, será después de hacer todo, todo, todo lo que esté en mi mano.
Es mejor arder que desvanecerse poco a poco.
La última frase de Kurt Cobain.
Y así será.
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